Cuando era niño solía pensar que tenía poderes fantásticos, los que podía usar en contra de mis enemigos. El modus operandis era sencillo, solo debía concentrarme e irme a la cama vestido como superhéroe (o lo más parecido a uno, generalmente calcetas hasta la rodilla por sobre el pijama -botas-) y desear la venganza lo más fuerte que pudiera, fantaseaba con la destrucción y/o humillación pública del malo, quien nunca esperó venir el golpe y menos de esta cabecita, por cierto todas las historias que ocurrían dentro de ella tenían ese componente final "sorpresa".
Con el paso de los años y rodeado de más "enemigos fisicamente más poderosos", que inexplicablemente no desaparecieron a fuerza de mis poderes mentales, tuve que valerme de otros recursos para sobrevivir en el liceo con número.
El camino más seguro siempre fue conseguir protección de alguien más fuerte que el enemigo, la que llegaba en la forma de "estudiante modelo", "inquieto intelectualmente", "etc", donde ese último "etcétera" podía ser una G al reverso de la libreta de notas en el item "tiene facilidad para relacionarse con otros" o alguna vez fue una nota para la Mamá con la palabra "afeminado".
Con estas carácterísticas puestas en el estudiante la estrategia se tornaba más sencilla, claro, con el buen rendimiento no eras invisible para los profesores y estos a su vez notaban que existías y que potencialmente tus neuronas estaban en riesgo de ser torturadas a punta de pelotazos o capoteras inexplicables. Balance: el 3ero, 4to y 5to básico pasaron sin pena ni gloria, salvo pequeños altercados con la némesis de mi madre, me refiero a la profesora "Irma" quien siempre se empeñó en profetizar la homosexualidad de SG y sus pocas habilidades sociales en cuanta reunión de curso hubo (Este item da para otro posteo).
En 6to básico me cambié de colegio, a uno de curas of course, donde inicié vida nueva y me re-inventé, siendo el "inventé" la palabra predominante de la leyenda de SG a esa tierna edad, algo de lo que no me siento particularmente orgulloso, pero el glamour de hacer propias las historias agenas era la llave de una popularidad inexplicable en ese club de toby.
... estoy pensando cómo sigo.
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